Luis Larraín

Responsabilidad fiscal

Como 2013 es un año electoral, a ciertos personeros de la Concertación...

Por: Luis Larraín | Publicado: Jueves 11 de octubre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Como 2013 es un año electoral, a ciertos personeros de la Concertación que estuvieron ligados a la conducción económica en el gobierno anterior les bajó un súbito ataque de responsabilidad fiscal y han criticado el Presupuesto, señalando que dadas las variables pertinentes, precio del cobre principalmente, el esfuerzo de austeridad fiscal de este gobierno ha sido insuficiente. Parece que no les gusta, esta vez, que el Fisco pueda gastar mucho para no favorecer así las posibilidades electorales de los partidos ligados al gobierno.



Sin mirar el contexto, uno podría considerar encomiable la preocupación por la responsabilidad fiscal. Pero uno tiene derecho también a pedir un mínimo de coherencia a las coaliciones políticas. Siendo así, se esperaría que los parlamentarios que participan en la discusión presupuestaria no planteen, paralelamente a los reclamos de austeridad fiscal, demandas para aumentar los gastos de presupuesto 2013, como ya lo está haciendo por ejemplo el senador Eduardo Frei, al exigir más gasto en Educación, sin considerar que esa partida tiene un crecimiento cercano al 10%, muy superior al 5% que crece el presupuesto global. Es de esperar que el comportamiento de otros parlamentarios de la Concertación que participan en la discusión presupuestaria sea entonces coherente con esta preocupación por la austeridad fiscal.

La austeridad fiscal es necesaria esta vez no sólo por sus propios méritos, en cuanto pone una mayor exigencia al buen uso de los recursos fiscales que alternativamente podrían ser gastados por los particulares, sino además por razones de equilibrio macroeconómico. Como hemos señalado en otras oportunidades, un mayor gasto fiscal presiona a la baja del tipo de cambio real dada la mayor propensión a gastar en bienes no transables del Estado. Este argumento es hoy día incontrarrestable ante la inexistencia de brechas de capacidad ociosa, dado que estamos prácticamente en una situación de pleno empleo.

Pero si cabe pedir coherencia a quienes formulan opiniones acerca del gasto fiscal responsable, es también justo y necesario pedirles un mínimo de consistencia entre lo que son sus opiniones hoy día y lo que fueron sus conductas ayer.

Y en ese terreno los noveles críticos del supuesto despilfarro fiscal salen muy mal en la foto. Durante el gobierno de la ex presidenta Bachelet, el gasto fiscal creció en promedio un 10,3% anual. En el mismo período el PIB aumentó solamente en 3,3% anual de promedio. Vale decir una brecha de siete puntos porcentuales por año.

En el gobierno de Piñera, en cambio, el gasto fiscal crecerá del orden de 5,4% anual en promedio, en circunstancias que el PIB lo haría a un 5,5% promedio anual. En esta administración se estaría cumpliendo con la máxima de no hacer crecer el gasto fiscal más allá del crecimiento del producto. De acuerdo a lo informado por la directora de Presupuesto, la proyección de ingresos y gastos fiscales, considerando un déficit estructural de 1% del PIB, estaría entregando una holgura de 2,8% del PIB, contradiciendo de esa manera las aprensiones sobre una supuesta insuficiencia de recursos fiscales para el próximo gobierno.

En abono de esta tesis de amenaza a la estabilidad fiscal futura, los detractores del gobierno han señalado que es modesta la meta de un déficit estructural de 1% del PIB. Una afirmación temeraria, viniendo de quienes, de acuerdo al informe del Comité Asesor de Política Fiscal que presidió Vittorio Corbo, elevaron el déficit estructural a cerca de 3% del PIB a fines del gobierno de Bachelet.

Un déficit estructural de 1% del PIB, en una economía que crece tendencialmente al 5% y en que además el Fisco tiene una posición acreedora neta que está entre las más sólidas del mundo, no permite decir, en ningún caso, que la sostenibilidad fiscal futura esté en riesgo.

El Fisco chileno tiene una posición de mediano plazo extraordinariamente sólida, y sólo consideraciones ideológicas que privilegian el aumento del tamaño del Estado en toda circunstancia podrían justificar tan excéntricas y sorprendentes preocupaciones acerca de la austeridad fiscal.

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